jueves, 16 de mayo de 2013

Inmortal (Cap II)

Intento N°2: El experimento nace

El sol de la mañana molestaba mis pupilas. Intentaba rechazar la luz con la mano pero se escabullía por las salientes de entre mis dedos, y mientras tomaba una gaseosa en lata, observaba las maravillas de la tranquilidad de árboles y escasas nubes, sentado en esos bancos fríos por el rocío, tome otro trago y continué:

-Bueno, fui un héroe, supongo. –A carcajadas Kevin, mi amigo, golpeaba suavemente mi hombro.

-Viejo, no podes ser más enfermo mental, ¿quemar un aula, salvar a una chica y decir que sos un héroe? Más bien diría –y tomando algo del suelo –que tu cara es más dura que esta piedra.

-¿Un caradura?

-Todos entendimos la comparación. –Seguía riéndose.

-Okey, okey, un poco exageré pero ¿qué queres que haga? La salve al menos, aparte la cosa no pintó bien desde el momento que cayó ahí, es una mina de lo más rara.

-¿Así que “chica rara”, no? Es increíble que estés en posición de decirlo, caradura. –me miro fijo.

-¿Raro yo? ¿Quién está exagerando ahora? –tome el último sorbo de gaseosa y compacté la lata en mi frente, continué –te falta mil años para decirme algo semejante.

-A todo esto, ¿Cómo está ella?

-Ella está bien, salió ilesa aunque el shock le provocó un desmayo y tuvieron que llevarla de urgencia por las dudas, algo de rutina me dijeron.

-Ya veo, ¿y eso? –observó los vendajes de mi mano derecha.

-Esto no es nada, solo una quemadura menor, tuve suerte parece.

-¿Suerte? ¿Cómo vas a hacer para quitarte las tensiones? ¿sos ambidiestro, no?

-Sos un tarado Kevin. –soltando risas casi moribundas, reparó.

-Bueno, bueno, ahora nos toca clase de Educación Física creo, ya es la hora. Supongo que estarás eximido por el momento.

-No tanto, por alguna razón tengo que presentarme en el colegio a esta hora hasta que esté recuperado, no sé qué se trae entre manos Nadal. Me voy che, nos vemos después.

-Dale, ah, casi me olvido ¿te firmo el yeso?

-No es yeso, son vendajes, raja de acá antes que piense en conseguirme un amigo mejor. –Kevin se alejaba riéndose, ese maricón ya me las va a pagar, el fin de semana le voy a hacer que pague las pizzas.

En cierto modo, todo salió bien. La chica se salvó, yo también (la saqué barata) y el aula… bueno, el colegio sigue en pie. De todas formas, tenía una reunión con el Jefe de Presectores, el señor Nadal, el tipo en sí es un cabrón, buen profesor pero lo malo que tiene es que es muy exagerado cuando grita, y claro, ahora ya en frente de él ésta no era una situación diferente:

-¡ESTOY HARTO! ¡ES INAUDITO! –Nadal se acomodó los lentes. –No puedo creer esto, ya es demasiado, un acto de total falta de respeto por la institución y del uso inapropiado del establecimiento, con esto supongo que te será dada la expulsión definitiva.

-Pero no se quemó todo todo, o sea, se quemó solo el aula y lo de las ventanas es aparte. –repliqué.

-¿solo el aula?, ¡se dañó todo el piso y por consiguiente el cielo raso del aula de abajo también, sin contar el del aula misma! Aparte de la pérdida de materiales didácticos y muebles. –interrumpí.

-Un momento, le dije que eso ES aparte, además ya le conté toda la historia.

-¿Y cómo era?

-Fue un accidente sin culpables con 2 sobrevivientes inocentes.

-Antes que termine el día voy a confirmar tu expulsión. –se acomodó los lentes.

-Vamos, Señor Nadal, no sea tan malo conmigo, le juro que es tal cual se lo conté.

-Lo siento, pero para validarte necesito el testimonio de la chica, este… -y dando un vistazo rápido a un papel de la mesa siguió –Bianca Lucione, sí pero por el momento no será posible hasta que no salga del hospital así que supongo volverá antes del viernes quizás.

Luego de esto, Nadal siguió con su discurso de inmoralidad e indecoro de mi parte a las autoridades del colegio, que yo era “un terrorista en potencia” y me tildó de inadaptado social por mi manera despreocupada de ver las cosas, okey, esa no se la dejo pasar, yo no soy despreocupado de las cosas ¿y mi novela? Pregunto, he dedicado mis gotas de sudor más de lo normal, tiré más fichas que un adicto en un casino y sin embargo él mismo me dijo que “mi obra era carente de emociones”, es un desubicado pervertido, pero como no tenía pruebas ni fundamentos del trágico evento no podía darme la expulsión. Por supuesto, no quería ser expulsado o me asesinarían en casa.

Por otro lado, aun necesitaba intentar algo nuevo respecto a mi novela, tenía ideas pero escaseaba el tiempo, ésta vez lo haré bien, pero bien de verdad. Y además, claro, estaba en mi mente, Bianca (¿se llama así, no?), el porqué estaba ahí a esa hora y porqué carajo ella quería ejecutar el incendio (que yo empecé, mmm).

-Alumno Arsen, ¿me está escuchando acaso?, ¡TADEO ARSEN! –bajé de las nubes.

-¿Sí, necesita algo? –Nadal se retiró los lentes, los empañó, los limpió y se los colocó de manera brusca.

-Creo que esta vez es definitivo, yo mismo voy a redactar el acta de expulsión, está claro que es su fin en ÉSTE instituto inmaculado de enseñanza, por lo menos serás problema de otros...

Tragué saliva.

-Lo siento pero creo que no está en su derecho Sr. Nadal, Jefe de Presectores. –De la manera más audaz y haciendo acto de presencia, una señorita de pelo corto negro entró caminando medio tambaleándose. –Estos tacos me matan, no puedo creer que las mujeres usen esto siempre, es una mierda… -se sacó los tacos, los tiro vaya a saber dónde y nos miró, continuó diciendo –Es un simple jefe de presectores, esa parte le corresponde a los altos mandos.

-Rectora, lo siento pero es mi deber investigar el incidente que involucra a estos dos alumnos, solo estoy confirmando los hechos.

-Usted ha confirmado bastante ya, me encargaré del resto, ahora hágame el favor de retirarse a sus labores y más allá de su deber solo limítese a sus obligaciones como parte del cuerpo administrativo. –dicho esto, el viejo solo la observó por unos segundos, se acomodó sus limpios lentes y se fue, ella me miró. -¿vos sos?

-Tadeo Arsen, 17 años, aspirante a escritor, tipo de sangre cero universal y futuro exalumno de ésta escuela. –me observó por unos segundos los cuales sentí eternos, hasta romper el aire con carcajadas y risas.

-Sí que sos un terrorista, Nadal no se equivocaba. Antes que nada soy la rectora Pilar Uehara, también soy la tutora de talleres extracurriculares y sobre lo del incidente, escuche suficiente y mirá, para ponértelo de una manera más “entendible” básicamente estas jodido, de todas formas no iras a la cárcel.

-Por favor, no seamos tan directos, aparte debería ser una correccional de menores.

-Dije cárcel, tus actos casi matan a esa chica y gracias a Dios solo estás acusado de vandalismo y destrucción de propiedad. –en efecto, tenía razón.

Me fui de tema con lo del incendio y aunque ella lo inició por accidente, el iniciador fui yo, ella fue un simple catalizador, culpa no tenía, creo. Me adelanté a preguntar.

-¿Y cómo viene la mano?

-Por supuesto, hace unos momentos intercedí con el consejo y el director no quiere expulsiones, ni mucho menos prensa, por lo tanto tu amiguita y vos están “mágicamente” absueltos.

-¡Genial!

-Pero…

-¿Pero?

-Tendrán que unirse a un taller extracurricular obligatoriamente, alumnos como ustedes deben estar en constante vigilancia, por eso me autorizaron que el drama lo maneje yo, por supuesto, como sabrás podes elegir varios talleres, tenemos casi de todo.

Mientras dijo esto me alcanzó una nota con muchos nombres, y ya cuando empecé a leer “club de matemáticas”, “taller de carpintería” o “amigos de los delfines”, pensé que tal vez la rectora no estaba tan en contacto con sus cabales, después de todo ella los autorizaba, en ese momento, una idea iluminó mi mente como disparado por una ballesta.

-Señorita rectora.

-Decime Pila.

-Pila, necesito saber dos cosas nada más.

-Soy toda oídos. –y mientras dijo esto, sacó unas zapatillas del mostrador de su escritorio.

Para las 7 pm me encontraba en el hospital donde estaba Bianca, en la recepción me marcaron la habitación “215” así que me encaminé hacía allí. La puerta yacía inerte, me imagine que es de esas partes en las películas donde entras y no hay nadie o entras y el paciente ya está muerto, como sea, toqué antes.

Toc, toc.

-Adelante. –la suave voz apareció.

-Hola, hola.

-¿Vos? ¿Qué… qué haces acá? –su increpas voz, su pelo revuelto, su aroma y todo su ser tapado con una frazada hasta el cuello me observaban y hasta parecía estar en guardia frente a mi persona, claro ¿Cómo si fuera a hacerle algo?

-Oh, quizás me equivoqué de veterinaria.

-¿No podes tener más respeto por una dama?

-Dale, no te sulfures así, me mandaron para avisarte que va a pasar con nuestros futuros en esa cárcel.

-¿Cárcel?

-Eh, digo colegio. Nos salvamos, no nos van a expulsar así que podes respirar tranquila, podemos conservar nuestras cabezas. -asentí con la cabeza mientras le hacía un pulgar para arriba. Extrañamente no tenía cara de sorprendida, de todas formas no me importaba, me había salvado del asesinato en mi casa. –Pero… -proseguí –debemos enlistarnos a uno de los mil talleres extracurriculares por divino capricho y para vigilarnos por lo sucedido.

-¿Ah? ¿Pero si vos fuiste él que quería anarquía acá?

-Lo sé y no me interesa, por alguna razón, ellos piensan que ambos somos culpables de todo, aparte era normal mi estado emocional así que hice lo más humano posible.

-¿Qué hiciste lo más humano posible?

-¿Y por qué no? Al fin y al cabo, ambos queríamos que todo se quemara, sabes, nunca estuve de acuerdo con nadie –me acerqué a la ventana, miré el cielo nublado, estaba por llover. –quizás ni sé por qué lo hice, tenía mucha bronca y estaba quizás hasta un poco desesperado, pero creo que dentro de mí no quería hacer tanto lío, fue bronca por impotencia.

-A veces, todos nos ponemos así, nadie se puede aguantar tantas cosas por tanto tiempo. –y mientras lo decía jugaba con un mechón de su largo y rojizo cabello.

En efecto, Bianca tenía cierta razón en eso, yo no era un prodigio ni mucho menos un mago ni el más fuerte del mundo, solo soy yo.

-Vos también no podías aguantártelo, ¿verdad?

-Algo así, uno tiene sus cosas como todos, aunque si uno se lo propone, todo es posible. Después de todo, lo único que me separa de mis sueños soy yo. –bajo la mirada y soltó su mechón, tenía ganas de preguntarle porqué estaba ahí ayer, pero no lo hice. Sus ojos parecían vacíos, por alguna razón que no entendía, no quería verla así… tan desesperanzada. Tome aire.

-Bianca, está todo bien che, lo importante –me acerqué a ella- es que estás bien, pudimos salir de ese infierno, ahora ocúpate de recuperarte, ¿sí?

-Tu mano está vendada, fue mi culpa… perdón.

-Esto no es tu culpa, los sacrificios son inevitables ciertas veces, no es nada, una quemadura simple, aparte era mejor esto a que no nos reconocieran calcinados. –ella rápidamente tomo mi mano, mis dedos se rozaron con los suyos, sentí el tacto de su piel suave, me enervé, no pude decir nada, abrí mi boca pero de ella no salían palabras, el aire seco me esgrimió las mejillas.

-Gracias por salvarme, en serio, perdón por incendiar todo… yo –sus ojos parecían cristalizarse.

-Bien, no hay drama, salvar vidas puede ser un pasatiempo más, de todas formas tu gratitud es más importante para mí que tu virginidad para vos y... hablando de gratitud… -abrí mi mochila, saqué un papel firmado y sellado, se lo acerque, ella tomo un poco de distancia aunque lo agarró. Mientras leía el contenido, abrí una lata de gaseosa.

-Mmm, “se caratula al susodicho Tadeo Arsen a la administración del… taller de… ¿experimentos?” ¿Taller de Experimentos?, rarísimo lo tuyo. –pausé el trago de gaseosa.

-Seguí leyendo más abajo, por favor. –volví a tomar.

-“Integrantes: Tadeo Arsen, Bianca Lucione. Tutor encargado: Pilar Uehara”, ¿BIANCA LUCIONE?

-Desde ahora somos compinches, compañeros, cófrades o como carajo sea. Oh, cierto, no te pregunté, mi culpa, ¿una lata?, mirá que tengo como dos más.

-¿Qué significa esto?

-¿Y qué va a significar, nena? Bienvenida a mí taller. ¡Al taller de los horrores!

-¿Eh?

-Chiste, chiste.

-O sea que voy a estar ahí… ¡¿y con vos?! –Me miró unos segundos y sus redondos ojos se ocultaron bajo la frazada -¿por qué yo?

-Simplemente porque sos vos y estoy segura que tu gratitud es fiel, así que nos vemos mañana, aparte en unas horas te van a dar el alta.

-Eh, ¿Cómo sabes?

-Soy adivino, que descanses chica rara, te veo luego. –y así me retiré, en la parada del colectivo pensé “esta vez voy a hacerlo bien, bien de verdad”. Saqué otra lata de gaseosa y la abrí.

Continuará.

lunes, 13 de mayo de 2013

Inmortal (Cap I)

Intento N°1: Escrito a fuego

La brisa del aire, las hojas secas, la taza de café vacía, papeles borroneados y algunos vacíos, el lápiz casi sin punta, las deliciosas noches en vela y nuevamente mis ojos cansados extenuados de voluntad a pura sangre, en efecto, las cosas son como quiero. Si supiera exactamente porque algunas cosas no se dan, ahora no estaría cabreado. Más o menos, el detonante en parte sucedió así, o como sea.

Hace 10 minutos:

-Señor Nadal, sé que es un poco tarde para esto pero necesito saber que dijeron los editores, y además esta vez estoy seguro que--

-Lo siento Arsen, no quedaste otra vez, dicen que es muy buena pero carente de emoción

Y resumiendo esto, bueno, ya tengo todos los bancos y las sillas reunidas en el medio, la nafta se la robé al celador, los fósforos tuvieron el mismo destino, mi pregunta es ¿por qué será que no sale como siempre?, no me importa, estoy cansado de esta mierda, siempre lo mismo, ahora me topé con esta muralla infranqueable, y los inescrupulosos editores me dicen que “estoy carente de emociones” cuando les entrego una puta obra maestra, bien, seguramente el colegio entenderá mi enojo, por lo menos con este pequeño “accidente”, esto va también por el profesor Nadal, ese viejo puto y pervertido también la va a pagar, todo el tiempo con “lo siento, tu historia no fue tan interesante” o “hiciste todo lo que pudiste” o peor, “supongo que deberías centrarte más en otros ámbitos, ¿ya has conseguido novia?”, sí, sí, sí, ésta va por vos, forro.

Esta será mi bronca, solo mía en contra de este mundo austero, lleno de gente carente de emociones, me dicen a mí frío cuando ellos ni siquiera tuvieron en cuenta los míos, bien, lo mismo va para el resto, y esto me recuerda muchas cosas, la vez aquella que en primaria se me cayó el alfajor al piso por culpa de una compañerita y solo me dijo “Perdón, mi culpa” y se fue corriendo o la otra cuando estaba en el bondi llevando una pesada caja de libros y esos pendejos forros no me dieron el asiento, bien, la juventud está podrida también, que se maten todos…

Tome el fósforo, lo prendí, en los pasillos del Instituto no se escuchaba ni un alma, y el celador justamente no estaba hoy, por lo que sé, mi suerte mejora por lo menos para esto, puedo imaginarme los encabezados de mañana “Incendio en prestigioso colegio” o “Se quema aula en colegio de caretas”, me gusta más la segunda. Me giré, y apagué el fósforo porque casi me quemaba el dedo, pensar te quita segundos de madera, me acerqué a la pila de cosas en medio del aula, tome aire, exhale, putié un poco por las cosas anteriores, y volví a tomar aire, es cierto, había una corriente de aire que provenía del pasillo de todas maneras no podía hacer nada al respecto, la puerta no cerraba bien y por ende quedaba atascada. Por otro lado, este tema recurrente de “muralla infranqueable” se estaba convirtiendo en una pesadilla, sobre todo por el hecho significante de las editoriales, esos buitres no aceptaron mi manuscrito, pero bueno, ¿cuantos intentos son necesarios? ¿1, 3, 7 o 15?, este sería el 16…

-AHHHH!!! A LA MIERDA!!! –Prendí el cerillo- ¡esto va por ustedes ingratos, sucios buitres, esta sociedad da asco!

-Entonces mejor deberías suicidarte y así ganaríamos todos.

La puerta se cerró, la plateada luz del exterior pegaba por los minuciosos rincones del aula hasta dar con un semblante detrás de mí, para lo que reveló lo imposible.

-¿Una chica?

-¿Qué se supone que vas a hacer? ¿Una revolución?

-No entendes nada, no te importa y rajá de acá.

-Eu, eu, eu, baja el tonito chico raro, nadie quiere bailar con los terroristas hoy.

-No estoy de humor para nada viral, aparte, no entendés lo que siento, solo viniste a joderme nada más.

-¿Eh? Banca un toque, por lo menos decime por qué estás haciendo esto, es muy infantil quemar las cosas porque sí.

Un incómodo silencio rompió las palabras, la brisa no se escuchaba, ni siquiera mi respiración, en todo caso, ¿por qué carajos estaba haciendo esto?, no puede existir un justificativo para esto, ¿o sí?, no, no, un segundo, no puedo bajar la mirada y decir que “no es asunto suyo”, pero, ¿qué va a saber ella? , sí, ella no sabe nada.

-No entendes lo que es esto, esto de intentarlo, intentarlo e intentarlo, intentar hasta que te duela el alma, se supone que cuando te esforzas logras las metas pero esto no termina más, yo lo intenté muchas veces, muchas, al final solo me deja un amargo sabor metálico en la boca y los puños lastimados. No importa que tan genial parezca la idea, si no tenés lo que se necesita…

-¡Deja de decir estupideces, aparte es una locura lo que vas a hacer, no podes joder a los demás por tus fracasos!

-Está claro que no tenés idea de nada, nena. Esto lo hago para desahogarme, ¿acaso no podes comprender un poquito eso?

-Seguro tengo más idea que vos, y encima la tengo.

-¡Mentira! No tenes derecho de decirme--

-Silencio, yo sí entiendo ese sentimiento, el de querer mucho lograr algo, lo entiendo, seguro mejor que vos. Sí se supone que yo soy la que lo entiende, ¿por qué no estoy en tu lugar ahora?, ¿Sabes acaso lo que se siente que todos esperen grandes cosas de vos y no dar con el target?, te lo respondo, NO. Sí, puede que yo sea todo eso… pero aun así, esto, es injusto. Es MI DERECHO SENTIRME COMO VOS, yo tendría que estar en tu lugar, dame eso.

La muchacha presurosa se incorporó hacía mí, tomo los fósforos y se puso enfrente del montón diciéndome “Gracias”.

-UN MOMENTO, ¿qué mierda haces?

-Lo que no te atreves y estamos esperando.

-Woo, woo, woo, para un segundo, dame los fósforos che, aguantá.

-No, vos solo sos un tarado sin intenciones suficientes, esto me corresponde a mí.

-Sí… bueno, en parte sí, pero mejor no, no, vamos, ¿en serio vas a hacerlo?

-¿Eh? Deberías ser el primero en estar de acuerdo conmigo, ahora correte.

Definitivamente ESTO está mal, sí, ESTO está mal, los cables me chispearon por unos segundos, sentí un sabor agridulce en la boca, tragué saliva pero desconociendo la situación, ¿ahora se invirtieron los papeles?, era seguro que las cosas no podrían ir peor, más sabiendo que estaba retractándome. Pero… solo por un momento, por un segundo, fue ese segundo que cambió mi vista, mi visión del “todo”, porqué esa muchachita, esa situación, mis sentimientos de derrota, el todo, se mezclaba, ahora estaba frente a una imagen única, esplendorosa y radiante de una especie nueva de “verdad”, quizás por el olor a nafta mezclado con madera vieja y polvorienta o el óxido del metal de las sillas, no tenía idea. Me solté.


-Es verdad.

-¿Qué cosa?

-Es en vano quemarlo todo, quizás, solo quizás somos apenas unos niños. Apagá eso y vámonos, no tenemos nada que hacer acá… mucho menos yo.

Derramar genialidad era mejor que lágrimas, recuerdo ese sentimiento. En cierta forma, no podía rendirme ante mi enojo porque “sí”, si algún día hago algo estúpido que sea algo como salvarle la vida a alguien, sí, definitivamente ponerme en riesgo por nada sería algo verdaderamente estúpido. La miré a los ojos, vi el cerillo aun prendido.

-Guarda, te vas a quemar.


-¿El qué? ¡Ay! –en cámara lenta vi el fósforo prendido cayendo, es de esos momentos en donde la estupidez te gana, como si magia fuera, como si todos los santos inexistentes se fundieran y culminasen en un evento trágico, y ella, ella ahí en frente del infierno que ese maldito cerillo desató, fue suficiente para no reflexionar. El humo se acumulaba rápidamente en el cielo raso, corrimos hacia la puerta intentando abrirla pero no cedía… se había atascado. Entre la desesperación, observamos todo, las cortinas envueltas de fuego y humo no nos dejaban más que arrinconarnos sobre la entrada y las patadas que daba a la puerta eran inútiles, tan inútiles como mis guiones.

-Bien, hasta acá llegué… -me dije, aun así, la chica medio soñolienta tambaleó a mi derecha y se dejó caer, la tomé por la cintura y nos sentamos, era todo muy raro, pensando que todo fuese por un error de cálculo o algo parecido, pero no. Iba a morir. Sobre mi hombro derecho yacía ella, teniendo unos segundos me percaté que era muy esbelta, de curvas delicadas y de suave contextura, tal cual una doncella de las fábulas medievales, cabello largo y lacio color rojizo, se hacía más intenso con la luz de las llamas, su piel de tez tan blanca como la nieve, estaba jodido, me preguntaba qué carajo podría estar haciendo ella a estas horas acá, por supuesto no era necesario preguntarle, estaba en shock. "Estas son las llamas más rojas que he visto en mi vida" -me dije- y la belleza de esas luces se comparaban solo al cabello de esta chica, llamas de la verdad. El calor atestaba por todos lados, la transpiración de mis manos ya no me importaba, 2 metros, ahora 1 metro nos separaba de nuestro destino, mierda, no quiero desesperarme, ¿pero que más podría hacer?, no quiero terminar así. Hasta este momento se tuvo que arruinar, la primera vez que abrazo una chica y estoy por morir, que boludez, hubiera sido más factible un francotirador drogadicto.

Mis ideas fluían deprisa como el fuego, esto era realmente deprimente, yo abrazando a una chica a punto de morirnos los dos, era muy de “novela”, esta es la mierda que llaman romance, quizás a eso se referían los editores, un momento, ya lo tengo. Un rumor desde los labios de esa chica se escuchó, casi imperceptible: “Gracias”. La miré fijamente, la abracé fuerte.

-Tenemos que salir vivos de aquí… como sea…

Continuará.